Cómo serán las evaluaciones de riesgos algún día (II)

Como continuación al post anterior, en este se profundiza en el documento de evaluación de riesgos.

Para ello, he usado un ejemplo. Una evaluación de riesgos referida al trabajo de ensamblaje sobre el terreno de una estructura metálica ligera encima de la cual se montarán los paneles fotovoltaicos de una planta de generación de energía solar.

Tras la revisión de la evaluación de riesgos original, el primer resultado que he logrado es este:

Su aspecto, a primera vista, no parece tener nada que no tenga cualquier evaluación de riesgos. Y efectivamente, no lo tiene.

Simplicidad es lo que la caracteriza. Al modelo original se le han eliminado campos que no aportaban valor apreciable para el proceso de evaluación en sí. Concretamente se han eliminado:

  • Una columna que localizaba el lugar físico donde se originaba cada riesgo. La mayoría de los riesgos se originaban en el mismo sitio: el lugar en el que se instalaba la estructura. Se eliminó una columna que no hacía más que repetir “campo”, “campo”, “campo”. Dato obvio y con escasa aportación de información relevante que, si se quiere, se puede reflejar de forma breve e igualmente precisa en el campo de descripción de la actividad (el de arriba).
  • La valoración de los riesgos en sí estaba duplicada en el documento original con la finalidad de hacer una segunda valoración después de haber aplicado las acciones o medidas de seguridad que de la primera evaluación resultan. Esto complicaba bastante el documento y el propio proceso de evaluación de evaluación de riesgos.
  • En el documento original, un espacio al final describía unas instrucciones de seguridad. Consistía en una redacción más elaborada de las medidas preventivas del documento. Se elimina este espacio por reduntante y por dar pie a ampliar el documento con literatura no relevante para la evaluación de riesgos.
  • El objetivo del proceso es aportar buenas instrucciones de seguridad al trabajo. La piedra filosofal de la evaluación de riesgos y en la que los implicados en la realización de la evaluación deben desplegar su experiencia. En la tabla, con fondo naranja, se destacan las acciones o medidas preventivas y equipos de protección individual. Estos campos son los que, con algún arreglo de redacción, se incorporarán directamente a las instrucciones o procedimientos del trabajo. Las que se dan directamente al trabajador. Es por ello, que el lenguaje y términos utilizados sean los que estén implantados en la cultura de la organización.

He reducido la valoración de los riesgos a un cálculo sencillo (3×3), intuitivo y de deducción directa, sin necesidad de acudir a documentos aparte.

Teniendo en cuenta que los principales responsables (“propietarios”) de la evaluación de riesgos son los propios ejecutores (trabajadores, técnicos, mandos, incluso la propia dirección si fuera necesario), no parece acertado que inviertan tiempo en un proceso colateral que requiere en sí de una comprensión técnica que puede llegar a ser compleja. La valoración exhaustiva de riesgos es un trabajo que debe realizar aparte un responsable/técnico de seguridad.

El auténtico valor añadido de un profesional

Los profesionales de la seguridad laboral tendemos a dedicar mucho tiempo a aspectos formales de la documentación (servicios de prevención ajenos aparte….), cuando lo importante es conseguir un contenido de calidad. Para ello, es necesaria la colaboración e implicación sin fisuras de los trabajadores, mandos técnicos y la alta dirección si fuese necesario. Y para conseguir eso es primordial la función del responsable de HS, pasando de un rol de técnico-editor-víctima-paternalista al de un líder empático, con visión global que facilita y mejora el trabajo en la organización.

Si es este tipo de cambios de lo que está hablando la Administración Europea, como profesional de esto espero ver pronto acciones concretas. Para empezar, promocionar la formación en habilidades de liderazgo para los profesionales de la HSE.

Qué os parece?.