El camino de los #nanomateriales se parece al del #amianto hasta en las formas

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Hay un momento en casi todos los foros de discusión sobre nanotecnología y seguridad, en que surge la recurrente comparación entre los nanomateriales y el amianto. No se trata de una comparación desde el punto de vista de la ciencia e ingeniería de materiales, por supuesto, si no de las similitudes que ambos materiales -en este caso los nanomateriales respecto del amianto- están presentando en su evolución desde su descubrimiento como invención de la humanidad.

DecentNanoWork_TwitterAyer acudí a la jornada “Nanotecnología: gestión y buenas prácticas” organizada por el CERpIE-Universidad Politécnica de Catalunya, jornada conducida por Asun Galera, PhD.

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El paralelismo entre la nanotecnología y el amianto quedó patente también en la jornada de CERpIE-UPC. Quizás no lo fue de una forma tan explícita como en otros debates, aunque sí lo fue en muchos de los aspectos tratados sobre los nanomateriales. Unos de estos aspectos son la falta de información, de transparencia y de responsabilidad desde muchos de los niveles en los que se toman las grandes decisiones.

Estos factores explican, por ejemplo, por qué las hojas de datos de seguridad de nanomateriales ya comercializados presentan, en general, una información incompleta, intencionadamente equivocada (manipulada) o, simplemente, omitida. Asun Galera puso algunos ejemplos concretos: una MSDS de nanotubos de carbono en la que los valores límites de exposición que aparecen son los del grafito sintético o esta otra hoja de datos de seguridad de dióxido de titanio “nano” en la que aparecen los valores límites de exposición al TiO2 (no “nano»).

Es decir, que cualquiera puede comprar ahora mismo este tipo de materiales casi milagrosos, que son objetivo estratégico de las mayores organizaciones y estados y llevan detrás el conocimiento puntero de los mejores científicos del mundo pero, al final, en sus hojas de seguridad es posible que no aparezca ni siquiera el nombre exacto del producto.

Esto no son descuidos, ni tampoco existen insalvables razones económicas o técnicas que impidan poner en un documento una información lo más fiable posible en manos del consumidor o del cliente. Esto es otra cosa; una cosa muy parecida a lo que hizo, por ejemplo, la empresa Uralita durante décadas con documentos técnicos sobre sus productos fabricados con amianto.

El camino de los nanomateriales se parece, de momento, al del amianto incluso en las formas. Ojalá que en algún momento, la evolución de la nanotecnología tome una trayectoria distinta a la que en su día siguió el amianto, con el desenlace que hoy conocemos.