Un ejemplo de responsabilidad y profesionalidad: Los clubes de baloncesto

Entre la mediocresfera que se ha instalado sobre la península Ibérica, hay algunas organizaciones que brillan en la oscuridad asfixiante de la contaminación generada.

La Asociación de Clubes de Baloncesto, materializada por los clubes que la componen, reúne unas características que la dotan de valoración que se resume en dos conceptos: Profesionalidad y solvencia.

Desde las montañas afganas que la mantienen oculta de resúmenes en informativos de TV, portadas y páginas principales de diarios deportivos o el tomateo de programas con tertulianos adoctrinados, los clubes ACB desarrollan sus ajustadas organizaciones en una demostración de desarrollo sostenible de las más palpables que se pueden encontrar en este país. Sin ruido.

Vocación, formación y experiencia son tres pilares básicos que identifican la profesionalidad. La vocación por algo nos dirige a formarnos y la formación nos abre la puerta a la experiencia; y esas son las etapas que idealmente debiera seguirse para la profesionalización.

Cuanto menos presentes están estos valores en una actividad, más importancia adquiere el intrusismo y la aparición de agentes externos: Personas que, sin formación, ni vocación, ni experiencia, se introducen en una organización para conseguir beneficios distintos a los pretendidos por la organización.

Salvo raras excepciones, si observamos cualquier club de ACB, veremos que todos los miembros de su estructura son auténtica gente del gremio. Los presupuestos con los que trabajan dejan muy poco margen a personal justificado por motivos ajenos a los estrictamente profesionales. Empezando por los puestos de máxima representación, como son los presidentes, los miembros de clubes de baloncesto se caracterizan por haber tenido trayectorias íntimamente relacionadas con el básket.

Es un deporte que requiere de conocimiento muy específico. Una actividad de alta especialización y de necesaria cualificación. El que no sabe cómo funciona, queda rápidamente descubierto. Esta característica se extiende más allá de los propios equipos, siendo una cualidad que marca también la calidad de los periodistas y profesionales que trabajan con la información sobre el deporte. Se restringe por selección natural la proliferación de divulgadores deportivos sin fundamentos.

Las trayectorias a largo plazo de los clubes responden de forma racional al establecimiento acertado de objetivos y planificación a nivel de equipo y de organización. La solvencia (en toda su extensión: solvencia técnica, organizativa, económica, ética,…) marca irremediablemente la evolución de los clubes.

Aparte de estos elementos de funcionamiento «industrial» de los clubes, el entorno del baloncesto está impregnado de conceptos intangibles que se echan mucho en falta en otros deportes: Educación, respeto, cantera, formación, identificación con el club de la ciudad, visión tradicional del deporte,… Es en este punto donde tiene mucho que ver el papel del aficionado.

Hay también factores que debieran revisarse, especialmente a nivel institucional de la ACB como organización.

Una de ellas es la existencia de subvenciones públicas, por ser un factor que dudosamente pueda considerarse un ingreso objetivo como fruto de la actividad de los propios clubes, apareciendo de por medio la decisión de los gestores de lo público.

Por ese mismo motivo, debiera regularizarse la convivencia en la liga ACB de dos clubes de baloncesto que comparten recursos humanos, organizativos y económicos con organizaciones externas. Las secciones de baloncesto de Real Madrid C.F. y F.C. Barcelona compiten en superioridad de condiciones y no responden en muchos aspectos con las características de este deporte de los que he hablado anteriormente.

Como aficionado al baloncesto en general y abonado a Básket Zaragoza en particular, es un privilegio pertenecer a esta familia. El único miedo que me da el potencial del baloncesto como actividad es que con su desarrollo aparezcan los perjudiciales elementos que a todos los niveles hay en tantas y tantas de las actividades que se desarrollan en España, especialmente en otros deportes «profesionales».

Viendo lo que hay por ahí, quizá no es tan malo seguir escondidos en montañas afganas…