Mi experiencia tras 6 meses de teletrabajo freelance

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Hace un par de semanas escasas, se cumplieron seis meses desde que establecí mi actividad profesional bajo el amplio concepto de “freelance”.

Mi trabajo está relacionado con la gestión de empresas en las áreas de sostenibilidad, medio ambiente, responsabilidad social y seguridad laboral. Como este post no es un publirreportaje sobre mis habilidades profesionales, te remito directamente a la página web de mi empresa por si quieres saber en detalle a qué me dedico y, si te interesa algo de lo que hago, a tu disposición y de tu empresa estoy.

“El trabajo no es un lugar ni un tiempo; es una actividad”

En la práctica, desempeño mi trabajo desde el lugar en que abro el ordenador y tengo disponible una conexión a Internet. Normalmente, trabajo desde la oficina que tengo dedicada en mi residencia más habitual en Mataró (Barcelona); también desde la casa de mi familia en Ontinar (Zaragoza), donde voy varios días al mes. Y, en ocasiones puntuales, desde emplazamientos improvisados donde poder encender el ordenador y conectarme a Internet, ya sea por medio de alguna red wi-fi disponible o a través de la conexión del teléfono móvil, en caso necesario.

Respecto al horario, tengo establecidas unas rutinas de trabajo diarias, semanales y mensuales. A partir de esta base, pueden surgir determinadas tareas en un horario tan imprevisto como el lugar de trabajo al que me refería en el párrafo anterior.

Por estos motivos, mi trabajo “no es un lugar ni un tiempo; es una actividad”.

Esta forma de trabajo no es especialmente extraña ni innovadora. Desde hace años, profesionales de diversos campos trabajan desde su casa o emplazamientos remotos y entregan sus trabajos terminados. Al principio eran casos raros pero, poco a poco, esta forma de trabajo se está volviendo cada vez más común: las tecnologías de la información y comunicación están eliminando las barreras de entrada tanto, que hasta actividades profesionales ultra reguladas -como es la mía- tienen posibilidades de desarrollo bajo esta fórmula.

Una forma de trabajo sostenible

Vaya por delante que, a pesar de este planteamiento aparentemente sencillo, el sacar adelante esta actividad puede ser tan difícil, o más incluso, que cualquier otra. Todos competimos en el mismo (maltrecho) terreno de juego y las fórmulas magistrales están al alcance de muy pocos. Yo no soy uno de esos elegidos. Por eso, el camino es duro.

Además, depende de la personalidad de cada un@, el trabajar más aislado, sin supervisión ni horario, puede hacer el trabajo todavía más complicado. Por eso, aparte de una buena planificación y constancia, la forma de ser de cada persona es un factor importante. Tengo suerte en este aspecto.

Sin embargo, a pesar de estas desventajas, esta forma de trabajo tiene ciertas cualidades que la hacen muy competitiva y atractiva para mi:

1. Definición de trabajos y confianza

En un planteamiento de trabajo fuera de las instalaciones, del horario y del control presencial por parte de una empresa, los indicadores del rendimiento de tu trabajo deben ser muy específicos, y están unidos a la actividad realizada, al trabajo entregado dentro de los estándares y condiciones acordadas.

Existen muchos sistemas para controlar y medir la dedicación (en horas) o la ubicación geográfica de un trabajador, incluso en ubicaciones remotas, pero recurrir a ellos es un muy mal síntoma. Una definición del trabajo como la que puede aparecer en un contrato «por cuenta ajena” es demasiado ambigua. No sirve.

En lugar de ello, una definición exhaustiva del trabajo a entregar es la base de la confianza mutua con la empresa que contrata tus servicios. Cuanto más claros y sencillos queden desde el primer día los criterios a cumplir por un trabajo, menos malentendidos y más satisfactoria será la relación con la empresa.

A partir de esta confianza tan primaria como sólida, se pueden construir grandes alianzas.

2. Reducción de gastos… y de tiempo

Aunque trabajes desde casa, algunos desplazamientos siguen siendo necesarios para el desempeño de determinadas actividades, tales como inspecciones y trabajos en las instalaciones de empresas, asistencia o participación en jornadas, congresos, cursos de formación, presentaciones,…. En todo caso, se trata de desplazamientos esporádicos.

Hay otras situaciones que la red hace más factibles, por ejemplo reuniones por video conferencia (con Skype) con personas con las que es más complicado encontrarse o asistencia a cursos y jornadas desarrolladas en lugares lejanos que se pueden seguir en directo a través de Internet.

Sin embargo, la mayor parte de los desplazamientos habituales -la ida y vuelta diaria al centro de trabajo- no son necesarios. Incluso en el caso de trabajar en ciudades con transporte público disponible, estamos hablando de una cantidad que fácilmente alcanza los 100€ al mes.

Además, habría que sumar el gasto de comida en un restaurante, o el tiempo y molestias que conllevan llevarte la comida hecha de casa.

En resumen, sin inversión extra de tiempo y dinero en cuestiones logísticas y puramente accesorias al trabajo en sí, mis principales gastos son el ordenador, la línea de teléfono e Internet, mantenimiento de mi infraestructura en Internet (página web, servicios varios,…), cursos de formación a los que acudo, etcétera.

En este contexto, el gasto más desproporcionado de mi actividad es la cuota de autónomos, convirtiendo al Estado en una de las grandes amenazas de mi actividad profesional.

Esta reducción de gastos y de tiempo no tiene nada que ver el low-cost. Se trata de eficiencia y rendimiento optimizando recursos para aportar valor real.

3. Una fórmula conciliadora y buena para el medio ambiente

La reducción de desplazamientos al trabajo y de preparación de comidas traen consigo ventajas aparte de las puramente económicas:

  • se evitan emisiones de contaminantes a la atmósfera, en una cantidad que puede ser significativa en el conjunto de actividades normales de una persona;
  • se minimiza el uso de envases y utensilios para la comida;
  • se reduce el tiempo perdido, que puedes dedicar al propio trabajo o a mejorar la conciliación con tu vida personal;
  • por lo tanto, se aprovecha la tecnología como una herramienta que hace el trabajo mucho más cómodo y que mejora la calidad de vida.

Si te fijas, un desempeño óptimo de esta forma de trabajo reúne los tres aspectos que caracterizan el desarrollo sostenible: económico, medioambiental y social.

Por eso, ese es mi principal objetivo: hacer mi actividad sostenible. Queda mucho por delante porque seis meses son sólo el principio del comienzo pero, de momento, estoy disfrutando del camino.

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