Los pilares de la Tierra

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los_pilares_de_la_tierraHace pocas semanas terminé de leer «Los pilares de la Tierra», el gran libro de Ken Follett.

Una de las cosas que más me gustó es lo bien que quedan reflejados los personajes según se van sucediendo los acontecimientos. Casi diría que en el libro más que contar una historia propiamente dicha, lo que se narra es el carácter de las personas en determinadas situaciones y la suma de las acciones de los personajes es lo que da lugar a la bella historia que cuenta el libro.

De este modo, es muy fácil conocer la personalidad de cada personaje e identificarse con ellos, sobre todo con los que más coincida tu propia personalidad y tus principios.

Los pilares de la Tierra es un libro que ayuda a ver cómo el tiempo pasa, la tecnología avanza, los procesos se mejoran y nuevos modelos organizativos aparecen pero que hay una cosa en la Tierra que siempre actúa de la misma forma independientemente de la época, de las tecnologías existentes, de los nuevos sistemas y organizaciones implantados. Se trata de las personas.

Coge cualquier personaje del libro: la mujer-coraje Ellen, su genial hijo Jack, el trabajador y practico maestro constructor Tom, la brillante y ambiciosa Aliena, el gran estratega y gestor prior Philip, el poderoso y oscuro obispo Waleran, el mezquino y brutal hombre de armas William Hamleigh. Todos estos prototipos de persona y acontecimientos similares han existido en todas las épocas. Incluso en los tiempos presentes. No cambian: Son los pilares de la Tierra.

Este es también un buen libro para entender que no hay cosas buenas ni malas, que todo depende del punto de vista de cada uno. Cuando el obispo Waleran y el caballero William Hamleigh creen que la prosperidad del prior Philip es una estrategia malvada y la brillantez del maestro Tom es una argucia miserable, es porque realmente así lo creen. También creen que los métodos más justos para estar en el poder es hundir a los demás. En su esquema mental. Para ellos, el prior Philip y el maestro Tom son gente peligrosa y su forma de andar por la vida es demoníaca y, por eso, lo más justo es recurrir a cualquier brutal y oscura maniobra para acabar con sus prósperos rivales.

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Los pilares de Aragón

Hace unos días terminé de leer otro libro «Historia del Ferrocarril Central de Aragón» (Carlos Sanz Aguilera). Se trata de un trabajo de auténtica investigación sobre una mítica línea de ferrocarril que unía (y une actualmente) Calatayud y Valencia atravesando toda la provincia de Teruel.

Aparte de su interesante contenido sobre el ferrocarril, un medio de transporte poseedor de la belleza de la tradición y con excelentes funciones para el desarrollo sostenible y vertebración del territorio (esto es tema para post aparte), la historia del Central de Aragón es una reencarnación de los prototipos y caracteres de personas y una anáfora de los acontecimientos históricos que se han repetido en Aragón en los últimos siglos y que se siguen repitiendo hasta nuestros mismos días.

La situación de olvido y aislamiento que sufría Teruel hace unos dos siglos es un calco del sentimiento existente actualmente. A finales del siglo XIX, Teruel llegó casi a ser la única región española sin ferrocarril (junto con Soria y Almería), y veía cómo las redes de comunicación se tejían a su aldededor, en regiones cercanas, pero que parecían evitar el sur de Aragón como si de un agujero negro se tratase.

Un vacío en aspectos materiales que se traducía de igual forma en el sentimiento de sus gentes.

El altiplano de Teruel es una gran extensión de tierra fría y casi despoblada: «De ella se sabe que es un inmenso desierto abandonado a sus inclemencias» (Miscelánea Turolense, día de Navidad de 1892)

miscelanea_turolense

La construcción del ferrocarril Central de Aragón se decidió aprobar de mala gana por parte de la administración española para liberar la presión ejercida por un pueblo cansado del abandono a que estaba sometido y que reivindicaba que su tierra, Teruel, también existía. Te suena, ¿verdad?.

Una vez construido, este ferrocarril resultó ser una de las líneas más rentables de todas las que operaban en su tiempo en España. Al final, el típico empeño aragonés parecía que tenía fundamento, como siempre ;-).

El caso del Ferrocarril Central de Aragón es otra versión de la misma historia, la que lleva ocurriendo en esta tierra desde hace siglos. La misma historia que está ocurriendo ahora y la que seguirá ocurriendo a esta tierra y a sus gentes en el futuro. Los pilares de Aragón.

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Hace unos días, escribí este post sobre el accidente del Ferrocarril Central de Aragón de Luco de Jiloca (Teruel, 1904) basado en el mismo libro de Carlos Sanz.

Si tienes un rato léelo. Verás la increíble coincidencia de los acontecimientos que rodearon al accidente con multitud de circunstancias que están ocurriendo actualmente. Casi una repetición de la misma historia: Alguien poderoso con intereses que presiona para que un tren haga un recorrido a pesar de las peligrosas condiciones climatológicas, un accidente catastrófico totalmente inesperado que causa en estrepitoso silencio de los responsables de las administraciones y la empresa ferroviaria y una avalancha informativa en los medios basada en pocos datos solventes, investigaciones del accidente, críticas al proyecto del tren y a su ejecución, depuración de responsabilidades, comisiones de investigación, un informe vinculante de un ingeniero que liberó de responsabilidades a la administración española y la empresa ferroviaria. La culpa fue del clima. Ah! y al ingeniero que redactó el informe se le invitó poco después a incorporarse al consejo de administración de la compañía ferroviaria.

Las mismas historias, las mismas personas y mismos comportamientos. Los pilares de la Tierra.

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