Cuando las redes sociales se convierten en un fin en sí mismo: un error fatal

This post is also available in: Aragonese, English

Epic_fail
Fuente: Wikimedia Commons

Me ha pasado en varias ocasiones desde que utilizo Twitter, la última esta misma semana. Si utilizas esta red social, posiblemente a ti también te habrá ocurrido: recibes un aviso de que un nuevo usuario ha empezado a seguirte; al poco tiempo, miras tu lista de contactos de Twitter, pero allí no hay ni rastro del nuevo seguidor.

Lo que ha hecho este usuario es seguirte generando así un aviso que recibes por correo, o aviso en el móvil o en tu panel de Twitter y, a continuación, dejar de seguirte de forma anormalmente rápida, en algunos casos sin apenas haber podido leer tus publicaciones.

Con esta operación, este usuario lo que consigue es, como mínimo, llamar tu atención para que, en una reacción más o menos automática empieces tú también a seguirle.

Es posible que esta misma acción la haya repetido de forma masiva con otros muchos usuarios con el objetivo de mejorar el ratio entre el número de seguidores y el número de usuarios a los que sigue. O puede ser que la haga de forma selectiva para conseguir que le sigan determinados usuarios que considera relevantes.

Sea cual sea el objetivo pretendido, esta técnica del “follow-unfollow» no me parece una buena práctica porque deja al descubierto un mal comportamiento, falta de empatía y torpeza por parte del usuario que la pone en funcionamiento.

¿Es este el tipo de usuarios con los que te interesaría tener contacto, aunque sea a través de una red social?. Desconozco la tasa de éxito de esta maniobra, pero conmigo no funciona.

Peor es aún cuando esta práctica es realizada por las cuentas en Twitter pertenecientes a empresas. Y todavía más grave cuando se trata de empresas de tu sector profesional, de las que podrías perfectamente ser un cliente potencial. Porque además de una actitud social dudosa, poca habilidad y falta total de sensibilidad hacia otros usuarios, la empresa te está trasmitiendo un mensaje:

“me da igual quien seas, incluso un cliente; sólo me interesa mejorar el número de usuarios que me siguen para mejorar mi imagen en Twitter por medio de un buen número de seguidores”

El efecto es totalmente contraproducente: además de poco interés por seguir la cuenta de Twitter de esta empresa, de entrada se me quitan las ganas de saber ni siquiera qué es lo que vende.

Pues a pesar de ello, hay empresas que lo hacen. Con estas prácticas me ha sorprendido alguna empresa distribuidora de materiales, consultoría o entidades de formación relacionadas con mi profesión y a las que podría perfectamente recurrir en algún momento. Bien, pues la respuesta que merecen por esta forma de presentarse es: gracias, pero así, no.

Twitter, como el resto de servicios en Internet, puede ser una gran herramienta para determinado interés (información, comunicación, marketing, etcétera) si se utiliza con inteligencia. Hay una línea que separa una útil herramienta de algo convertido en un fin en sí mismo. Técnicas como estas superan claramente esa línea.

Un error fatal para tu reputación personal y, sobre todo, profesional.