Consumo: El contaminante del que nadie quiere hablar

George_MonbiotLeí esta semana esta entrada de un blogger (@georgemonbiot) del diario The Guardian. Se titula «dejemos de escondernos tras el reciclaje y seamos honestos sobre el consumo» y mete el dedo en la llaga de las causas básicas del deterioro medioambiental del planeta: El consumo de recursos por encima de lo que el planeta puede soportar.

Se puede hablar de rehabilitación, eficiencia energética, reciclaje y valorización de residuos, energías renovables, reducción de gases de efecto invernadero, etcétera. Los dirigentes hablan de los cada vez de mejores datos e inversión en casi todos ellos, difundiendo la falsa idea de que la situación del planeta se está revirtiendo.

Todas esas cosas están bien, pero es contar la verdad a medias porque se omite el factor desequilibrante que hace que el balance total entre desarrollo y naturaleza salga muy negativo para ésta última. El consumo.

Seamos honrados, como dice el artículo. Ni a nosotros como individuos ni a los estados como organizaciones económicas, nos conviene mencionar el tema. Preferimos mirar hacia otro lado: los estados publicitando una economía sostenible cada vez lejana y los individuos siendo cómplices con buenas acciones que depuren nuestra responsabilidad personal.

Pero el consumo, no me lo toquen. Los gobiernos porque su desarrollo económico depende del consumo de los ciudadanos; y nosotros por la ciega búsqueda del bienestar a partir del consumo desmedido.

¿Cuánto puede aguantar el planeta?.

La Tierra nos demuestra cada día que tiene mucho aguante. Desde hace muchas décadas, siglos quizá, el déficit ecológico es cada vez mayor. Concretamente, el año pasado el 22 de agosto se acabó con todos los recursos que el planeta puede proveer y con todo el carbono que puede absorber durante 2012. En España, ya habíamos consumido el «crédito» anual el 22 de abril.

Y a un equilibrio en el consumo se llegará sí o sí porque lo que hay es lo que hay. Al final todo se reduce a cosas muy básicas y, como dice un dicho «donde no hay mata, no hay patata».

Se llegará a un equilibrio. Empezando por nosotros mismos como individuos, dependerá de cómo se llegue a ese equilibrio: De forma traumática mediante grandes catástrofes humanas y naturales o de forma «amistosa» adaptando el nivel de consumo y fomentando un progreso sostenible hasta estar en paz con el planeta… si es que aún le queda paciencia para perdonarnos.