Por qué Aragon Valley?.
Han coincidido últimamente varios casos de gente cercana que me han preguntado por qué el blog se llama Aragon Valley. La explicación tiene cuatro ejes: Ironía y esperanza, Aragón y Silicon Valley.
Sorna irónica aragonesa, marca registrada.
El aragonés es un pueblo que ha sufrido mucho. Habitantes de una tierra dura, donde salir adelante costaba un constante sacrificio. El día a día de las generaciones recientes se ha desarrollado en unas condiciones que hoy consideraríamos casi extremas.
De generaciones tan recientes que incluso alguno reconozcamos el salto tremendo en calidad de vida respecto de la que tocó vivir a la generación de nuestros mismos padres (los criados durante la dictadura). Yo lo reconozco.
Quizá sea por semejante cambio en tan pocos años por lo que la percepción de un problema sea tan contrastada dependiendo de si el observador es alguien «de nuestra generación» o uno de nuestros mayores. Puntos de vista distintos, que pueden dar lugar a que, ante lo que una persona de nuestra generación puede considerar una situación no muy afortunada, la primera reacción de uno de nuestros mayores sea la de aportar una sentencia de aleccionadora ironía.
Ejemplo práctico que seguro que a muchos os suena: Aquel día, cuando erais crí@s, en que os disteis un buen ostión por enredar y la primeras reacción del abuelo era: «dale más fuerte». Luego te cuidaban y tal…. claro.
En el año 2001 se estrenó Inteligencia Artificial, de Spielberg.
La campaña de márketing de la película incluía una sorprendente trama según la cual, en el año 2140, Zaragoza será un punto de referencia mundial en investigación y que, entre otras cosas, alojará la sede central de un instituto tecnológico del que saldrán, dentro un poco más de 100 años, uno de cada tres premios Nobel.
De esta trama no se habla en la película, pero sí llegó a haber referencias en Internet. Uno de los pocos rastros que quedan de esa curiosidad es este artículo publicado en El Mundo: Aragón, el Silicon Valley del año 2140.
Desconozco si los responsables de la campaña de marketing de la película o la periodista que escribió el artículo de El Mundo tienen antepasados de estas tierras, pero comparar su historia con la cruda realidad tiene una ironía que no se le hubiera ocurrido al más aragonés entre los aragoneses.
El caso es que la curiosa historia no se me olvidó desde el momento en que la leí hace años y es la que, en aplicación de la sorna aragonesa, me inspiró para llamar al blog Aragon Valley. Por eso y porque tengo esperanza.
La esperanza alimentada por el potencial de esta tierra.
Hace dos días, iba caminando por los alrededores del pueblo donde me crié: Ontinar.
Tomé esta foto:
Y me recordó un convencimiento que tengo: Esta tierra y su futuro siguen intactos.
Dentro del desastre que han supuesto los últimos años en España, muchos de los daños producidos en Aragón se han minimizado (por causas miserables que merecen post aparte…). Ello, sin obviar los casos flagrantes que se han producido aquí, que también los hay y no hay que olvidarlos nunca.
Sea como fuere, la inmensidad de nuestro territorio sigue como hace años. Como la fotografía que tomé, se pueden tomar infinidad. Y viendo cómo han quedado regiones cercanas, creo que es para sentirse casi privilegiados: Aragón tiene una segunda oportunidad.
Aprender de los errores y aplicar el saber hacer tradicional a los nuevos tiempos. Creo que es posible porque porque las actuales líneas de desarrollo están basadas en cosas conocidas desde hace mucho, escondidas bajo nuevos nombres. Las conocemos desde siempre:
Hoy hablamos de responsabilidad. Antes de hacer las cosas «con cabeza». Hoy es reciclar. Antes, aprovechar. Hoy hablamos de innovar. Antes hacer las cosas con rasmia. Sostenibilidad es hacer algo «poquico a poco». Coja el ejemplo que quiera, tiene una «denominación de origen».
Como hace siglos, Aragon sigue siendo campo, viento, montañas y caminos que llevan a muchas partes. Hoy, llámelos industria agrícola, energía, logística, turismo… actividades éstas que tienen hoy más potencial que nunca.
Aparte de la ironía, Aragon Valley representa la esperanza de que Aragón vaya, sin olvidar su esencia, pareciéndose al Silicon Valley que imaginó para el futuro el equipo de marketing de Steven Spielberg.