El lado oscuro de la ciencia

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En mi anterior artículo mencioné los sesgos cognitivos e hice hincapié en la importancia de cotejar la información antes de publicarla. Aquellos que gustéis de la caza y captura de información veraz sabréis bien que a veces es como caminar a ciegas por un terreno lleno de trampas. Yo reconozco que, aún teniendo carrera científica, a veces me sorprendo a mí misma cayendo en trucos de la información que consideraba superados. E intento evitarlos, porque a mi modo de ver, buena parte del infantilismo y la sobresimplificación que amenazan nuestra sociedad vienen de la perversión de la información, tanto en origen, durante la transmisión o por el propio receptor de la misma. En este y posteriores posts me he propuesto sacar a relucir cuáles son las trampas de cada una de las componentes del triángulo, comenzando por las del origen de la información: la ciencia.

Eso sí, no quiero meterme con la parte mala sin antes dejar claro que la ciencia es nuestra referencia más fiable, y sigue siendo el mejor sistema que tenemos para avanzar en el conocimiento y filtrar la realidad de los sesgos y las creencias: Cuenta con un método sólido, tiene sistemas para ponerse a prueba y corregir sesgos, y está bajo continuo escrutinio y actualización. La ciencia nos ha permitido dominar nuestro entorno y comprender muchas de sus cualidades, y nos ha permitido adelantarnos a los desastres para poder prevenirlos. No se puede comprender la historia humana sin la ciencia.

Fuente: https://undsci.berkeley.edu/teaching/teachingtools.php

También es importante tener en cuenta que la ciencia no muestra verdades absolutas, sino que es conocimiento en continua evolución, por lo que no es inamovible ni perfecta. En realidad, se estima que 9 de cada 10 estudios tienen fallos relevantes, y parte de esos errores son inevitables y forman parte del desarrollo normal de la ciencia. Algunos productos de la ciencia, como los modelos, al simplificar realidades complejas son erróneos por definición, pero eso no quiere decir que no sean útiles.

Pero hay problemas en los que hay margen de mejora. Tristemente, el propio sistema es una de las principales, ya que somete a los científicos a una fuerte presión para publicar, y tiende a valorarse más el número que la calidad de las publicaciones a la hora de ascender profesionalmente o conseguir financiación. Otros problemas, como negligencias, o falta de ética profesional del científico, revista, o revisores , encuentran en ese suelo muy buen abono.

Por si fuera poco, no se suele invertir en la reproducción independiente de experimentos tanto como se debiera, ya que este tipo de test no suele ser publicado a no ser que refute el artículo original, y tampoco suelen publicarse resultados negativos (como una vacuna que no funciona), lo cual completaría la información de los resultados positivos y podría ayudar a otros científicos a no repetir estudios. Por suerte se va mejorando en este último aspecto.

Por último, y desde una escala más amplia, existe un sesgo en la elección de elementos de estudio, que hace que dispongamos mucha mas información en unos temas que en otros del mismo nivel, pudiendo alterar la percepción del conjunto. Se estudia y publica antes lo más barato/más sencillo, lo que produce más rentabilidad, o lo que culturalmente es más relevante o afín (por ejemplo, históricamente los análisis clínicos se han hecho mayoritariamente en hombres blancos, extrapolando los resultados). Dónde hay más dinero se producen más y mejores estudios, y donde hay interés hay financiación privada de estudios propios.

Con todo esto en mente, es normal y sano mostrar cierto escepticismo con los estudios científicos, porque no todo vale en ciencia. Eso si, entrar a filtrar en ciencia implica meterse a entender jerga específica que mayoritariamente está escrita en inglés en revistas de pago, lo cual no está al alcance de cualquiera. Si eso no os intimida, os dejo una infografía útil sobre cómo filtrarla:

Fuente: https://www.compoundchem.com/2014/04/02/a-rough-guide-to-spotting-bad-science/ (traducida por Carolina Jiménez en https://naukas.com/2014/05/02/infografia-guia-rapida-para-detectar-la-mala-ciencia/)

Al final, en el triángulo ciencia-mensajero-receptor que comentaba al principio, cada cual va a buscar sus atajos y profundizar en aquello que más le interese. Existen herramientas que facilitan el camino, sobre todo en temas trillados, como los reviews (artículos que condensan el estado de la investigación en un tema completo), los informes institucionales, o la divulgación de los propios científicos en sus áreas (como http://www.realclimate.org/ sobre clima). En un grado menor de complejidad están los divulgadores generales, que presentan los estudios variados de forma atractiva y fácilmente legible, y cumplen un papel esencial de intermediación entre la ciencia árida y el público general… pero eso ya es carne de otro post.