Cuánto valdría «Aragon Valley» en bolsa? – Parte I: El mercado del carbono

BolsaTranquilos, no me ha entrado un trastorno que me haga pensar que este proyecto cotice en el mercado de valores. Esa idea sería una locura, pero tiene «su puntito», como iréis comprobando en este y el siguiente post.

Lo que sí es real desde hace años -casi una década en Europa-, es que existe un mercado de compra-venta de emisiones de carbono

implantado a nivel internacional y en el que la divisa son bonos por emisiones de gases de efecto invernadero que las grandes empresas compran y venden cada día.

El objetivo de este sistema es equilibrar el desarrollo y el uso de recursos naturales mediante la concesión de cuotas de emisión de gases invernaderos. Por eso, el sistema se llama Cap and trade (límite y canje podríamos traducir).

Hay dos grandes handicaps a los que se enfrenta el sistema:

  1. La posibilidad de una «burbuja de carbono», por exponer a la oferta y demanda un producto, con las desviaciones del objetivo final que ello conlleva y que más o menos ya conocemos de otros mercados. Las cifras son golosas: En 2011, se comerció diariamente con 70 millones de bonos. 6 billones de bonos ese año por valor total de 77 billones de Euros.
  2. «Fuga de carbono». Este sistema está en sus primeras fases y no está globalmente implantado (sólo en Europa, Australia y Norte América lo está). Existe el riesgo de que las empresas externalicen sus centros más contaminantes a lugares del mundo donde este mercado es más barato o, directamente, no existe. Caso parecido a buscar mano de obra barata, ahora, «huella de carbono» barata.

El avanzado mercado europeo del carbono.

En Europa el sistema se llama EU ETS (European Emission Trading System). Es la materialización de las políticas europeas respecto al cambio climático.

Actualmente se aplica a los principales focos de contaminación: grandes corporaciones energéticas, industriales y compañías aéreas. En total, 11.000 empresas que suponen el 45% del las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa.

Detrás hay todo un sistema medición, informe y verificación para trazar las emisiones. Funciona básicamente así: Cada sector tiene su cuota de CO2 oficialmente asignada de acuerdo con criterios ambientales a nivel europeo. Esa cuota se reparte entre las empresas de cada sector. En función de su exceso o defecto de emisiones, cada empresa puede comprar o vender su cuota a otras empresas. Una subasta.

Las empresas también pueden equilibrar su cuota de emisiones recurriendo a proyectos oficialmente reconocidos -por protocolos internacionales, Kioto- de compensación de carbono: actividades de reforestación, proyectos de sustitución de procesos industriales contaminantes, etc… ya sabéis, como el árbol de la semana… una pista del próximo post… 😉

Pionero… y expuesto a riesgos.

El sistema es reciente. La primera fase de EU ETS es de 2005 y este año se inicia la tercera fase 2013-2020. Está muy expuesto a los dos grandes riesgos «burbuja» y «fuga» de carbono de los que se habla más arriba. De hecho, ya se han manifestado ambos y todavía no se sabe muy bien cómo resolverlos:

  • Con la crisis, la caída de la actividad industrial en Europa y, en consecuencia, de las emisiones, la demanda de las empresas de crédito de carbono ha caído en picado sin que Europa ajustase la cuota global. En agosto de 2008, la tonelada de CO2 cotizaba a 30€; actualmente no llega a 3€. En esta situación de exceso de cuota, las compañías tienen margen suficiente de emisiones para recurrir a energías contaminantes y, cuando la exceden, comprar crédito es barato. El sistema así es inviable.
  • Para tratar la «fuga de carbono», de momento, existe una lista oficial con 170 sectores y subsectores económicos que se estima que son más propensos a ello. Se les aplica una serie de medidas preventivas para incentivar la reducción de emisiones sin necesidad de relocalizar sus focos emisores.

El EU ETS, considerado el mercado de carbono más importante y que pretende ser el punto de unión partir del cual se cree un mercado global, debe revisarse para que el planteamiento tenga sentido.

«Es tiempo de poner precio al carbono», dice este spot de la iniciativa Climate Reality:

 

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