Ganadería extensiva como paradigma de ganadería sostenible y de calidad

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Reproducción íntegra del post de Jorge Ruiz De Eguilaz R. en Facebook, 24.08.2019, mensaje que comparto y ahora se publica aquí como respaldo. Allá va.


«Dicen que importa mucho el momento en que se llega a los sitios. Pues Goiat (un oso, que quede claro desde ya, con un comportamiento tan anormal que debería sacarse del entorno natural) ha llegado en el momento preciso para ser el cabeza de turco perfecto, la razón de todos los males que acosan al mundo rural, especialmente al mundo agroganadero rural. O eso es al menos lo que se pregona desde (casi) todas las instituciones relacionadas con el sector primario de esta comunidad (*Aragón, aclaración del administrador del blog). Porque, claro está, el mundo rural era un edén antes de la llegada de Goiat, eso lo sabemos todos.

Fuente: https://mallata.com/

Fuera ya de chistes malos, que esto es muy serio, creo que habría que mirar culpables dentro del mismo rebaño. Y desde hace muchos años. Y si, pedir responsabilidades a TODAS las administraciones, pero por actuaciones muchísimo más perjudiciales que la reintroducción del oso (porque han pasado suficientes años para verse las consecuencias a largo plazo, algo que con los plantígrados no ha ocurrido todavía)

Quizás, sólo quizás (es mi opinión, y por ello subjetiva muy lejos de ser verdad absoluta) los mayores culpables de la inexorable (si no se hace nada) desaparición de la ganadería extensiva haya que buscarla dentro del mismo sector primario, dentro de las mismas asociaciones que salen cartel en mano a exigir la retirada del oso. Asociaciones donde se juntan pequeños ganaderos y agricultores de la montaña y el llano, con ganaderos y agricultores INDUSTRIALES (porque no tienen otro adjetivo más exacto), siendo estos últimos responsables directos (junto con la administración que les baila el agua) del problema principal de la ganadería extensiva: el precio. 

El mercado se rige por la ley de oferta y demanda, que está a su vez modificada por ciertos parámetros, muchos de ellos dependientes de la administración, pero también de la percepción que tiene el consumidor del producto (lo que hace que esté dispuesto a pagar más por productos a priori similares), etc… Bueno, pues a más cantidad de carne en el mercado, menor precio de venta de la misma. A más ganadería industrial, menor precio de venta del producto. Si además le sumamos que los que más fácilmente pueden influir en el mercado son precisamente los que más recursos tienen (la ganadería industrial), bien por publicidad, bien por influencia en la administración, tenemos que los pequeños ganaderos son cola de león, esto es, con lo que se espantan las moscas.

Desde mi punto de vista, la agroganadería industrial es una rémora para la ganadería extensiva (o semi-extensiva, o mini-explotaciones rurales… como bien me puntualizaba un amigo el otro día, pero creo que tod@s sabemos la distinción, más allá de nomenclaturas) porque la sangra constantemente, y además la utiliza para lavar su imagen. Cuando se habla de beneficios económicos, en seguida aparecen en los medios grandes industrias cárnicas. Cuando se quiere hablar de los otros beneficios, los ambientales, la fijación de población… siempre aparecen las pequeñas explotaciones. Es el estigma sangrante del mundo rural, sirve de decoración, pero (casi) siempre es pastoreado por los más poderosos (en recursos, en votos, en…)

Si se limitase mucho la ganadería industrial, si la administración realmente apoyara la ganadería extensiva, los ganaderos de montaña recibirían precios justos por sus animales, y tendrían capacidad suficiente para convivir con el oso, el lobo o quien fuera. Porque para las ovejas que son estos pequeños ganaderos, el verdadero lobo, el verdadero oso, está en su mismo sector primario, dentro del rebaño. De verdad los aliados de la pequeña ganadería son las industrias ganaderas? Defienden lo mismo? Sería como pensar que las grandes cadenas hoteleras son las aliadas de los pequeños alojamientos rurales u hoteles familiares. O que las grandes constructoras lo son de las empresas de construcción locales. No oiga, ellos tienen el poder y los recursos para plegar leyes y mercados a su antojo, y el pequeño no les importa una mierda, salvo para lavar la imagen. O como esos agricultores latifundistas del llano que piden más agua para regar en medio del desierto, como los ganaderos industriales que abrevan con ella las centenas de miles de cabezas de ganado que hunden el precio del de la montaña, aún a costa de inundar más valles de montaña, y por supuesto sin revertir un solo euro en dichos valles. Que los que escuchan “país perdido” o “habanera triste” estén contra el oso y no contra ellos… Triste corporativismo.

Y como pensar que las leyes van a cambiar para ayudar al pequeño es ser un iluso, yo creo que los aliados del pequeño ganadero y agricultor han de estar en su mismo territorio: pequeños empresarios y autónomos de sus municipios y comarcas, consumidores cercanos… tratar de autarquizar el territorio en el buen sentido del término. Desmarcarse de la agroganadería industrial, fomentar la economía circular en el propio territorio… tanto la del sector primario como toda la demás.

Porque, de nuevo desde mi punto de vista, la creciente conciencia medioambiental (por fin, muy tarde y muy despacio, pero nos estamos dando cuenta de que hemos de actuar a escala local, aunque los que deciden a escala global no hagan nada) es un potencial aliado de la ganadería extensiva / semi-extensiva / local / micro-ganadería (o como haya que denominarla). Se puede querer comer carne y estar en contra de la ganadería industrial, no ya por el maltrato animal, sino por lo perjudicial que es esta para el medio ambiente.

La carne de estas pequeñas explotaciones (siguiendo, claro está unos criterios de calidad) debería ponerse en valor para todas estas personas que piensan así, porque éticamente entronca con sus creencias: ayuda a mantener el paisaje de montaña, fija población en zonas rurales, su crianza es mucho más natural y con mayor bienestar para el animal, se cría con el mínimo de emisiones al medio ambiente, etc… Y por supuesto, esto debe salir de dentro del propio territorio, nunca jamás de más lejos, porque es un ataque directo a la ganadería industrial. 

Es un camino largo y duro, está claro, pero bajo mi punto de vista nuevos tiempos requieren nuevas estrategias, y la pequeña ganadería debe hacer autocrítica y elegir su propio camino, lejos del paraguas (que realmente es una camisa de fuerza) de la industria ganadera, o si no estará abocada al mismo lugar que la inmensa mayoría de los videoclubs, las librerías y editoriales de papel, las cabinas telefónicas, los cibercafés y tantos otros.

Eso sí, aliados tiene: sus vecinos. Y quizás (de hecho, estoy seguro) con el tiempo, hasta el oso.

Jorge Ruiz de Eguilaz Solanilla»